Mujer,
llenaste de tierna belleza
mis días de
exilio,
Y me
aceptaste en tu cercanía
con una
gracia pura
como la
sonrisa de la estrella desconocida,
que me
saluda
mientras estoy
a solas en el balcón,
fija la
mirada en la noche austral.
Llegó la
voz de lo alto: “Te conocemos
pues llegas
de la oscuridad del infinito”
como nuestro
huésped, el huésped de la luz.
Así, con la
misma voz fuerte me gritaste,
“Te
conocemos”
Y aunque
ignoro tu idioma mujer,
lo escuche expresado
en tu música,
“Tu eres
siempre nuestro huésped en esta tierra, poeta,
el huésped
del amor”
RABINDRANATH
TAGORE
Poema a Victoria Ocampo.
1924