miércoles, 26 de noviembre de 2014

Hay un hombre en la orilla


La luz se va ensanchando
sobre una oscuridad disminuida.
Ahora el aire celebra la amplitud de las salas,
la altura de los techos,
la piedad silenciosa de las lámparas.
El mar, desprevenido,
deja escapar las aves que se ocultan
en un pliegue de luz.
Para guardar el sueño,
para sentir un poco de esa vida
que no está en la mirada, sino en sus intersticios,
mi mano sobre el agua deja un rastro
que sólo es accesible al pensamiento.
Hay un hombre en la orilla
susurrando palabras
que no alcanzan apenas el borde de sus labios.
Hay un hombre en la playa humanizado
por su fragilidad, por las mareas.
Basilio Sánchez

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